Anoche vimos al fin Call me by your name, la película nominada al Oscar en 2017 pero que sólo ahora me di el tiempo de ver. Y qué hermoso fue verla después de todo este tiempo (esto fue hace meses, pero de todas formas fue al menos un año después de estrenada).
Como podrán leer en muchas partes la historia cuenta el romance que surge entre un estudiante adolescente y el residente que tiene su padre durante el verano en un pequeño y hermoso poblado de Italia.
Si han amado, si les han roto el corazón, si han sentido intensamente, esta película los hará recordar los veranos de su vida, los romances que tuvieron o pudieron ser, las ganas de conquistarlo todo, de revolucionar los corazones de otros, de amar y amar…
Y qué necesarias son estas películas hermosas en medio del mundo terrible que a veces parecemos vivir. Una pausa en medio de todo el hollywood que nos imponen, un respiro para poder consumir otras historias, otro ritmo, otra mirada.
Leía en una crítica de un medio masivo que la película era correcta, que no había nada atrevido. ¿Y por qué debiese ser atrevida? ¿Por qué debiesen haber peleas, familias quebradas? Otro crítico español con mayor sensibilidad decía que precisamente esa era su encanto:
Es curioso cómo funciona esta historia y los sentimientos que despierta. A efectos prácticos, no hay en Call me by your demasiadas concesiones al melodrama. Nadie muere. Nadie sale físicamente herido. Los personajes apenas lloran. No hay ápice de moralina en su discurso. El mensaje es positivo: dos personajes llegados de dos esquinas del mundo se encuentran y viven un amor intenso de verano en un momento y un lugar en el que era casi imposible que eso ocurriera (…) Si Call me by your name golpea de forma tan fría y tan seca no es por algo que haya en la película, sino por un elemento que está fuera de ella. Es usted.
Es lo que ponemos de nosotros mismos a la hora de verla, es lo que recordamos, lo que matamos dentro de nosotros.
Porque como dice su padre:
We rip out so much of ourselves to be cured of things faster that we go bankrupt by the age of thirty and have less to offer each time we start with someone new. But to make yourself feel nothing so as not to feel anything – what a waste!
Y la película nos advierte con el mismo título: llámame por tu nombre y yo te llamaré por el mío.
Me permito un punto extra porque al ver esta película pensé cuántas películas más o igual de hermosas habrán por ahí que no conocemos. Si no hubiese llegado a los Oscar quizás tampoco sabríamos de esta cinta. ¿Qué rol tienen los críticos actuales?
Sigo a varios y siento que siempre tod@s comentan las mismas películas, van a las mismas avant premiere y la mayoría entusiasma a más personas a consumir las mismas películas que realmente no necesitan más publicidad. ¿Quién está hablando de esas cintas escondidas, sin difusión, sin distribuidores, sin marketing?
Si usted tiene esa crítica, blog de tesoritos, aproveche de compartirlo. Necesito/amos “otro” cine.