“Dicen que cuando te miras en el espejo y empiezas a parecerte a tu padre es que te estás haciendo mayor. Mi reflejo empieza a parecerse a mi padre y mi padre se parece ya a la imagen que recuerdo de mi abuelo”.
Hace mucho tiempo que quería leer “Arrugas” de Paco Roca, había leído muy buenos comentarios pero sentía que como una obra que ya era precedida por grandes críticas debía comprarla y leerla de una vez. Pero el dinero siempre es escaso para tener todos los libros que uno quisiera y entre prioridades y oportunidades siempre parecía quedar para después.
No fue hasta que mi amigo Fabián lo adquirió y sin dudarlo entró en nuestro #truequecomiquero, un gran sistema que decidimos instaurar y al que se han sumado más personas. Quién no tiene una mala historia de prestar un libro y recuperarlo, con suerte, dañado o para nunca más verlo. Así, le pasé un tomo del maravilloso Jason, y él Arrugas.
En ella, Emilio -un antiguo ejecutivo de banco- es dejado en una residencia para mayores por su hijo. Ahí, su mundo es trastocado y se enfrenta, aunque acompañado, contra el descenso inevitable del Alzheimer. La historia es sencilla, las anécdotas están contadas con la cotidianidad y la simpleza de aquel que se ha detenido a escuchar a la vejez, a mirarla a la cara sin caer en el melodrama ni en la lágrima fácil, sino en el tono respetuoso e incluso humorístico de ese lugar irrevocable para todos que es envejecer.
Roca maneja con sutileza y empatía a cada uno de sus personajes, desde el compañero de habitación fiel y escéptico de Miguel, a la mujer que cada día espera un viaje a Estambul mientras mira por la ventana intransmutable del hogar, o a la pareja de ancianos que parece unirlos algo más allá de toda lógica y que sigue anhelándose aún cuando vivan en tiempos distintos, o la señora que no puede andar sola por el miedo constante a ser raptada por extraterrestres.
Cada una de las personas de esa casa nos habla a todos, ya sea desde el recuerdo de un abuelo o abuela que perdimos o tememos perder, o de la simple incertidumbre de llegar hasta ahí y mirarnos al espejo para vernos viejos también.
El arte de Roca no necesita de grandes trucos más allá del talento tan escaso a la hora de dibujar la expresividad del gesto preciso, la pausa justa, las viñetas sin texto ni dibujo que nos hablan del silencio horroroso de los recuerdos que se esfuman como un par de trazos en una página.
¿Qué somos cuando hemos sido olvidados, cuándo ni siquiera somos capaces de recordarnos? Arrugas, tal vez irónicamente, es un potente recordatorio de que las historias más simples pueden ser las más memorables.
Y tiene película.
Me encanto como escribes c:
Por alguna razon leer Arrugas, tiene algo bastante significativo para ti y se logro sentir al leerlo c:
Me encanto como escribes c:
Por alguna razón leer Arrugas, tiene algo bastante significativo para ti y se logro sentir al leerlo c: