Conocí el trabajo de María José en 2011, con el Secreto del Diario Rojo y siempre me admiró su perseverancia a la hora de trabajar en cómic y publicar constantemente sus historias. ¿Qué hacía una chica licenciada en historia guionizando y dibujando un comic cada dos semanas? ¿Y en Chile?
Cuando comencé a leer sentí que estaba descubriendo algo que nadie más estaba haciendo, al menos acá: comic de aventura mezclado con romance, referencias históricas, mitológicas y ESCRITO y DIBUJADO POR UNA MUJER.
Pero no seguí, sentí que era tan bueno que merecía ser leído en papel, repasado, tocado, esa experiencia única que se produce para los que aún somos amantes del papel, sobre todo cuando la obra vale la pena. Recuerdo habérselo comentado incluso a ella, una parte de mí confiaba que sus historias llegarían lejos.
Y aquí estamos, cinco años después lanzando el segundo tomo de una saga de cuatro libros que publicará Anfibia Ediciones. Y no me sorprende. María José se ha dedicado con todo a su trabajo, y se nota en la evolución que ha tenido su pluma. La manera que tiene de atraparte en la aventura que presenta y aún más importante, de darle su sello.
Leer a María José es viajar no sólo por los personajes que nos presenta sino también por su propia pasión por este medio; uno queda totalmente flechado con sus viñetas y su gran atención al detalle.
Desde los clásicos como Star Wars y X Files que acompañan a Lydia cuando se desmorona al ver su pasado, como el llavero que abre el primer tomo con la frase Vini vidi vinci hasta las anotaciones en cada trozo de papel que acompañan la historia y los escenarios en que transcurre.
María José piensa incluso en su biografía y eso me parece increíble. En vez de vanagloriarse con datos poco relevantes, se presenta como una mujer que recuerda momentos de su infancia, revelando lo que le gusta y lo que detesta, todo con sentido del humor y sin perder valor.
¿Qué tiene de particular este segundo tomo respecto al anterior?
De partida tiene el mérito de ser una segunda parte, puede parecer superficial para alguien acostumbrado a las novelas y las grandes sagas, pero ¿alguien ha contado cuántas obras comiqueras prometen segundas partes y nunca salen? (Ahí también hay que darle el mérito a la editorial por jugársela con esta real aventura).
Por otro lado, nos enteramos de qué se trata el Corazón de Obsidiana y qué rol cumplen los jóvenes protagonistas, entregándonos más información pero al mismo tiempo logrando que no perdamos interés, sino que aumentándolo y provocando que queramos el próximo libro de inmediato. A ratos la acción se siente tan rápida, te vas identificando tanto con los personajes que comienzas a temer por el final. Una sensación que creo sólo logran las buenas obras: el no querer que se acaben, aunque como diga Gaiman sea lo que les da significado.
Tampoco tiene pudor a la hora de mostrar los cuerpos de mujeres y hombres, dándonos uno de los pocos aparatos masculinos de la narrativa gráfica chilena moderna. Una mujer con conciencia de género que nos entrega personajes femeninos que hacen esgrima, que sangran, que conjuran hechizos, que ocultan secretos, que hablan y también guardan silencio, que dudan, que aman y viven con corazones rotos. Son muchas las emociones y vivencias que logra transmitir, dándoles una verdadera profundidad.
Una diversidad que se agradece en un medio tan masculino y a ratos tan plano a la hora de mostrar los roles y emociones que podemos tener las mujeres. Siempre he sentido que es un lujo que la tengamos, un lujo que tal vez no se valora en este país. ¿Cuántas mujeres hay que escriben y dibujan al mismo tiempo en el mundo? ¿Y en Chile? Son pocas, pero CONFÍO en que cada día sean más.
Y ese es mi deseo, o más bien, deseo apostar bien al futuro porque María José es un faro de talento que espero ilumine e inspire a las próximas narradoras gráficas, pero que al mismo tiempo nunca deje de brillar por sí misma.