Algunas cosas no cambian. La gente ama, muere, sueña, destruye, desespera y enloquece. Cumplen su destino, viven el curso de sus vidas.
Hace mucho tiempo quería hacer una sección donde revisara sólo obras significativas, memorables y eternas, aquellas que cambian las cosas, que te ofrecen un nuevo punto de vista o reemplazan viejas ideas, que te remecen o simplemente te conmueven.
Hay una serie de libros hechos con la promesa de que aquello que te están recomendando debe ser experimentado antes de morir, así que por qué no hacer lo mismo pero en modo infinito (me gusta pensar que la Internet no tiene límites, aunque yo muera y este sitio quede sólo como parte de una memoria inmaterial). Acá irán las obras que sigo amando después de años o las que voy descubriendo que valen la pena, es probable que la mayoría sean novelas gráficas o series que ya finalizaron, de modo que puedan buscarlas y leerlas hasta el final.
Y una sección así sólo podría partir con la obra más importante de mi vida: THE SANDMAN.
Lo he dicho antes, me es imposible escribir de esta obra sin mezclarla con mi propia historia. The Sandman llegó justo después de que un primo hermano muriera a los 19 años. Su hermano me mostró la historia de Destino y con quince años sentí que las cosas tenían un poco más de sentido, y al mismo tiempo, otras preguntas dejaron de rondarme.
Después de esas pocas páginas recopiladas en The Endless Night descubrí que existían mundos maravillosos y comenzó una de las lecturas/aventuras más ricas de mi vida. Primero la leí en español y en digital, aún no manejaba tan bien el inglés y menos para el nivel que utiliza Neil Gaiman; y en digital porque en Curicó aka Smallville no llegaban esos títulos para comprarlos ni menos a la biblioteca.
The Sandman se lanzó en 1988 a través del sello Vertigo, la línea para lectores maduros de DC Comics e incluyó en su primer número referencias a la Liga de la Justicia y a su antigua versión. La serie se centra en Sandman, Morfeo, la representación antropomórfica de Sueño, y sus hermanos Destino, Muerte, Sueño, Destrucción, Deseo, Desesperación y Delirio. Estos siete personajes componen a los Eternos, que no son reyes ni dioses sino la personificación de tales conceptos.
The Sandman es de esas historias que si amas, más allá de no dejarla te marcan. Como esos libros que alguna vez leíste cuando niño o adolescente y nunca olvidaste, de esos que definieron lo que querías hacer. De ese tipo de comic estamos hablando aquí. Aquellos que se quedan siempre presentes, que te hacen mezclar la realidad con la ficción, o que te hacen desear que nuestro mundo sea como el de las historias.
En cuanto a su estilo, no es fácil catagorizarlo, durante sus 10 tomos -más los especiales-, pasan decenas de dibujantes. De dibujos cargados de detalles, de simples trazos, de colores luminosos a pasajes oscuros, la serie cuenta con una variedad maravillosa. Sin duda, además de su historia, es una maravillosa muestra del talento de los artistas de una época así como del potencial del medio y la alquimia hermosa que puede obtenerse cuando mezclas una gran historia con un gran dibujo.
Así, The Sandman terminó convirtiéndose en una especie de biblia. Un texto al que siempre vuelvo y que siempre parece tener la palabra acertada y precisa para nombrar lo que siento, traspasando emociones e ideas en imágenes imperecederas. Cada cierto tiempo abro algún especial como El Alto Coste de la Vida o el mismo Noches Eternas y me sumerjo en el increíble mundo que creó Neil Gaiman.
Gaiman, un hombre con una creatividad y genialidad increíble. El creador de Coraline, American Gods y tantos otras novelas, que alcanzó su mejor trabajo en The Sandman, evolucionando en cada número y logrando instalarse como un artista que de seguro ha inspirado muchas otras historias. Porque Gaiman más que crear superhéroes, historias fantásticas, aventuras y acción, creó un verdadero universo, un universo con imágenes eternas y brillantes.
Sandman es por lejos mi historia favorita, como si los eternos me dijeran algo que aún no puedo precisar. ¿Será que todo parece tan irreal que al final lo que más tenemos a mano, de lo único que podemos aferrarnos son las historias de otros? ¿Será que Muerte nos da más esperanzas que los Dioses en los que nos han querido hacer creer? ¿Será que Deseo es tan potente como para quedarse en nuestro corazón y desde allí jugar con nosotros?
De alguna forma, cuando lees The Sandman vas descubriendo ecos de ti y aunque suene cliché, te vas conociendo un poco más. Porque hey, después de todo, hay sótano en todos.
“When the first living thing existed, I was there, waiting. When the last living thing dies, my job will be finish. I’ll put the chairs on the tables, turn out the lights and lock the universe behind me when I leave”.
“Look, I’m sorry it’s over too. But good things have to end; stories have to end. It’s what gives them meaning. You know that too”.